¿Por qué Lula debería ser nombrado para el Premio Nobel de la Paz?

El día 13 de abril de 2018, seis días después del arresto del presidente Lula, Adolfo Pérez Esquivel lanzó, a través de una plataforma en línea, la campaña para que el ex presidente de Brasil, Lula da Silva, fuera nombrado para el Premio Nobel de la Paz.

Unas semanas antes, Pérez Esquivel había estado con Lula en el instituto que lleva su nombre (Instituto Lula) y ahí le mencionó la idea.

Me uní a los activistas argentinos de derechos humanos en esa visita, encabezados por la jurista Carol Proner.

En esa ocasión, Esquivel basó su propuesta en el trabajo de Lula para eliminar el hambre en Brasil y la influencia que el programa Fome Zero tuvo en todo el mundo, tanto como un modelo de programas de cooperación en América Latina, el Caribe y África.

La importancia de la iniciativa de Lula no pasó desapercibida para diversos líderes mundiales. El presidente francés Jacques Chirac se unió a nuestro presidente en una campaña mundial para combatir el hambre y la pobreza, a la que se unieron otros jefes de estado, como Ricardo Lagos de Chile y José Luis Zapatero de España, además del secretario general de la ONU, Kofi Annan.

En 2004, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas, se celebró una reunión en la cumbre, en la que participaron unos cien países, con la presencia de unas pocas docenas de jefes de estado y de gobierno.

Recuerdo, incluso hoy, la frase que oí casualmente de un diplomático francés que, al entrar en el lugar de la reunión, comentó a un colega: “Brasil abraza al mundo”.

Obviamente, todo ese esfuerzo habría significado poco, si no se hubiera alcanzado un resultado: el gobierno de Lula sacó a 40 millones de brasileños de la pobreza extrema, lo que resultó en sacar a Brasil del mapa mundial del hambre de la FAO – órgano de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Esta hazaña, sin precedentes en la historia, fue el resultado de una voluntad política y una capacidad de movilización rara vez vista y se llevó a cabo en un entorno totalmente democrático, sin violencia ni conflicto.

Esto ha hecho de Lula uno de los líderes más admirados del mundo y en otros países, independientemente de su nivel de desarrollo o inclinaciones ideológicas.

La lucha contra el hambre en Brasil y la campaña global ya serían razones suficientes para hacer con que Lula sea digno del honor propuesto por Pérez Esquivel, petición que ya cuenta con casi medio millón de simpatizantes, incluida una amplia gama de figuras en política, movimientos sociales, cultura y Las artes, así como de la academia.

Pero las políticas de Lula tuvieron otros efectos igualmente importantes en la paz de la región y del mundo. Ya sea a través de la integración sudamericana o mediante acciones directas para el diálogo y la conciliación, cuando el ex presidente contribuyó de manera decisiva para que los problemas internos y externos del país se resolvieran de manera pacífica.

Más de una vez, las naciones desarrolladas y los medios internacionales reconocieron su papel de pacificación, como se ilustra, entre otros ejemplos, en la creación del Grupo de Amigos de Venezuela, que evitó una guerra civil en nuestra nación vecina, y por la mediación de Lula en el conflicto entre el Altiplano y la Media Luna en Bolivia.

El Brasil de Lula también ejerció este papel en temas de alcance global. En el Medio Oriente, Brasil participó, invitado por Washington, en la Conferencia de Annapolis, que relanzó la ruta hacia la paz entre Palestina e Israel, basada en el concepto de dos estados que coexisten, basados en la seguridad.

Junto con Turquía, Brasil participó en las negociaciones de la Declaración de Teherán, que fue el precursor del Acuerdo de Irán, firmado años después por los Estados Unidos y otros cinco países con Irán.

Todos estos hechos me recuerdan, cuando se habla de Lula por el Premio Nobel, la frase del presidente Barack Obama: “Él es el hombre”.

Celso Amorim ha sido ministro de Relaciones Exteriores (2003-10, administración de Lula) y ministro de defensa (2011-15, administración de Dilma Rousseff) y preside el Comité Internacional de Solidaridad en Defensa de Lula y la Democracia en Brasil.

Fonte: Pensando Américas

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